Dice el proverbio:
«Siembra
un pensamiento, cosecha una acción;
siembra una acción, cosecha un hábito.
Siembra un hábito, cosecha un carácter;
siembra un carácter, cosecha un destino».
Constantemente nos planteamos propósitos
para conseguir las metas que queremos alcanzar. Éstos suelen ser objetivos que
consideramos necesarios para nuestro desarrollo personal o profesional. Algunos de ellos son viejos propósitos sin
conseguir debido, a diferentes causas entre las que solemos mencionar la falta
de tiempo, de recursos, de ganas, de apoyos, etc. …
Siempre que comenzamos un nuevo ciclo formulamos de nuevo nuestros
viejos propósitos pero, si no hacemos algo para cambiar nuestra forma de gestionarlos,
es muy probable que acabemos de nuevo sin haberlos conseguido.
Cuántas veces nos decimos “voy a hacer esto para conseguir aquello”,
pero no nos ponemos manos a la obra para cambiarlo de verdad. Nos cuesta tanto empezar… ¡qué pereza! Y así
día tras día, mes tras mes y año tras año ¿familiar esta sensación?
La razón es muy simple: tenemos pánico al cambio. Estamos mucho más cómodos en nuestra zona de
confort, nuestra forma habitual de comportarnos, de trabajar, de relacionarnos
con los demás, de trabajar con nuestro equipo…., y salir de ella es harto
complicado. Además, con la llegada del
nuevo año aparece también la ilusión que le acompaña: "la novedad",
"un nuevo comienzo", "todo se puede conseguir". Esta falsa
ilusión se suele perder con rapidez si no se la dota de realidad. Y este es el
primer paso hacia el cambio.
Para cambiar es necesario PENSAR de forma diferente y ACTUAR de forma
diferente. Nuestro día a día está lleno
de hábitos, buenos y no tanto, y son éstos últimos lo que hay que identificar y
decidir si es necesario cambiarlos para conseguir lo que nos proponemos.
Si queremos conseguir algo diferente, debemos actuar de forma
diferente
y, para ello, debemos pensar de forma diferente
Recordemos que los hábitos radican en la intersección entre actitudes
(cuánto deseo lo que quiero hacer), habilidades (qué capacidades tengo para
hacerlo) y conocimiento (qué formación tengo al respecto). El conocimiento es
el paradigma teórico, el qué hacer y el
por qué, la capacidad es el cómo hacer. Y el deseo es la motivación, el querer
hacer. Para convertir algo en un hábito de nuestra vida, necesitamos esos tres
elementos.
Saber y no hacer, en realidad es no saber. Aprender y no practicar no es
aprender. En otras palabras, comprender algo pero no ponerlo en práctica,
equivale a no comprenderlo. El conocimiento y la comprensión sólo se
interiorizan haciendo, aplicando. Por ejemplo, podríamos estudiar el tenis como
deporte leyendo libros y asistiendo a conferencias, pero no llegaremos a
conocerlo de verdad si no lo practicamos.
Es probable que no seamos conscientes o no admitamos la enorme atracción
gravitatoria que los hábitos tienen en nuestra vida y nuestro comportamiento.
Para romper tendencias habituales profundamente enraizadas, además de fuerza de
voluntad, es necesario hacer cambios (no necesariamente grandes) en nuestro día
a día.
Lo que más esfuerzo lleva es el arranque inicial, pero una
vez hecho, habremos conseguido salir de la atracción gravitatoria de la espiral
y podremos irrumpir en nuevos niveles de efectividad personal e interpersonal. Hacemos
progresos a través de pasos pequeños y regulares.
A veces el proceso es doloroso. Quizás nos ayude el pensar que el cambio
que nos hemos propuesto es un cambio motivado por un propósito superior, y que
nuestra decisión nos dispone a subordinar lo que creemos que queremos en favor
de lo que querremos más adelante.
La disciplina ha resultado ser el común denominador del éxito. Si bien
el esfuerzo en el trabajo, la buena suerte y las relaciones humanas
inteligentes son importantes, la persona de éxito ha «desarrollado el hábito de
hacer las cosas que quienes fracasan no gustan de hacer». Y no es que a quienes
tienen éxito les guste hacerlas, pero su desagrado, pereza, miedo, etc. cede
ante la fuerza de su propósito.
Una pequeña guía:
Para comenzar es conveniente identificar viejos paradigmas que pueden
haber sido para nosotros una fuente de pseudo seguridad durante años y que
actualmente no nos sirven ni nos permiten crecer.
Seguidamente tenemos que establecer un plan de trabajo en el cual
hayamos tenido en cuenta las tres áreas involucradas en los hábitos: el
conocimiento, la capacidad y el deseo.
- Elige un hábito que te gustaría cambiar.
- Anótalo y anota la meta en forma de logro. Haz una lista de los problemas que creaba tu hábito y otra de los beneficios que obtendrás si lo cambias.
- Una vez comenzado el proceso de cambio, no te permitas retrocesos. Enfócalo siempre de forma positiva y es aconsejable recompensarte cada vez que consigas un pequeño logro en el camino.
- Durante todo el proceso visualiza el nuevo comportamiento.
- Solicita el apoyo de los demás; además de darte una visión diferente a la tuya de lo que provoca tu “mal hábito” aumentarás tu compromiso para conseguir cumplir con el objetivo propuesto.
Una vez visto esto, si somos capaces de identificar los hábitos que nos
frenan en nuestro camino, y perdemos el miedo al cambio, entonces ya hemos
comenzado la ascensión a nuestra montaña, que será nuestro objetivo.
Cuando queremos alcanzar la cima de una montaña, hay muchos pasos que
dar entre el comienzo y la
cima. El esfuerzo que
tenemos que realizar para seguir dando todos estos pasos es elevado y hay que
tener plena convicción en lo que queremos para evitar desfallecer en el camino. Si no nos imaginamos haciendo cumbre, si no
disfrutamos con antelación de lo que será el momento agradable de haber llegado
y tener ante nosotros una vista que nos cortará la respiración, nos será mucho
más complicado conseguir nuestro objetivo.
Por lo tanto, soñar con aquello que conseguiremos si alcanzamos nuestro
objetivo deseado, nos ayudará enormemente durante el trayecto del proceso del
cambio.
Artículos relacionados: Propósitos para el nuevo año: Pensemos en hábitos
Bibliografía
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Journal of Applied Psychology, Vol 63(4), Aug 1978, 428-433
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Octavo Hábito
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7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva
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- Rosenberg, Marshall
B. (2008) - Comunicación no Violenta - Aldea Editores
- Rovira, Alex -
Trías de Bes, Fernando - La Buena Suerte
- Torres i Grael,
Roger (1991) - El Placer por el Trabajo Bien Hecho - Pagés Editors
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