Dice el proverbio:
«Siembra
un pensamiento, cosecha una acción;
siembra una acción, cosecha un hábito.
Siembra un hábito, cosecha un carácter;
siembra un carácter, cosecha un destino».
Constantemente nos planteamos propósitos
para conseguir las metas que queremos alcanzar. Éstos suelen ser objetivos que
consideramos necesarios para nuestro desarrollo personal o profesional. Algunos de ellos son viejos propósitos sin
conseguir debido, a diferentes causas entre las que solemos mencionar la falta
de tiempo, de recursos, de ganas, de apoyos, etc. …
Siempre que comenzamos un nuevo ciclo formulamos de nuevo nuestros
viejos propósitos pero, si no hacemos algo para cambiar nuestra forma de gestionarlos,
es muy probable que acabemos de nuevo sin haberlos conseguido.