lunes, 18 de agosto de 2014

Gestión de la incertidumbre en el contexto organizacional

El escenario actual caracterizado por la continua innovación, el manejo de gran cantidad de información y las particularidades de la situación económica, comprende un contexto de incertidumbre que incide sobre el comportamiento organizacional reflejado por los individuos, los equipos de trabajo y la propia organización. Es por ello que el comprender y facilitar un estilo de afrontamiento adaptativo en este contexto representa un reto interesante.


El estado de incertidumbre, especialmente cuando es prolongado, puede afectar la motivación para alcanzar una meta determinada. Sin embargo, como hemos apuntado en otros artículos, la incertidumbre puede jugar como elemento catalizador de nuevas respuestas, organizaciones y estrategias, cuando ésta es bien enfocada y gestionada.

La investigación ha demostrado que hay diferentes aspectos que intervienen en la toma de decisiones y que ésta no es tan racional como podría parecer en un principio. Diversas variables cognitivas y afectivas tienen un papel importante en el proceso de toma de decisiones, variables que se ven afectadas en entornos de alta –y continua- incertidumbre-. En situaciones de crisis, este tipo de variables pueden llegar a tener un peso mayor, afectando la decisión final, el estado de ánimo del individuo durante el proceso de toma de decisiones y la percepción y evaluación de los resultados obtenidos. Muchos elementos inconscientes encuentran su “vía de escape” en situaciones de crisis, en donde se intensifican las reacciones afectivas que moderan el procesamiento de la información.

Es por ello que queremos rescatar algunos elementos que se deben considerar al momento de gestionar el clima de incertidumbre, ya que son vitales en cuanto a la gestión personal y organizacional en contextos como el actual, caracterizados por esta.

-Creencia sobre la propia capacidad como una competencia adquirible, que puede desarrollarse con la experiencia. Mantener la creencia sobre la propia capacidad, es necesario para conseguir buenos resultados ante situaciones complejas e innovadoras, ya que conlleva un afrontamiento de los errores como feedback evaluativo de las capacidades innatas propias. Ante situaciones complejas, aquellos individuos que sostienen creencias hacia la adquisición y trabajan en contextos de adquisición desarrollan mejores mecanismos autorreguladores (autoeficacia, metas, estados afectivos…), estrategias analíticas y rendimiento.

-La cultura de error personal y organizacional: mientras algunas personas, equipos y organizaciones mantienen una orientación a la evitación del error ante el riesgo de equivocarse o perder, otras orientan sus metas a afrontar los retos y adversidades que los nuevos contextos deparan. Es en este segundo enfoque en donde se traduce el contexto de incertidumbre en una herramienta, más allá de una dificultad. La orientación de las metas actúa como un marco mental ante el cual las personas interpretan y responden a las nuevas situaciones que posibilitan tanto logros como fracasos. El estado afectivo y la orientación positiva hacia los errores han demostrado ser claves para el desarrollo tanto a nivel personal como organizacional, garantizando un mejor desempeño a largo plazo y fomentando la capacidad de ajuste del individuo o la organización ante situaciones cambiantes o de incertidumbre.

-Comprensión de la incertidumbre: comprender la incertidumbre implica asumir una racionalidad distinta a la que apunta hacia el control de los fenómenos que ocurren. Los fenómenos complejos –como aquellos que se dan dentro de una organización- son difícilmente controlables, y la comprensión de esto implica que la acción debe orientarse hacia cómo aprovechar la complejidad. Muchas veces el intento de control de una situación determinada, bloquea las posibles respuestas adaptativas que podemos desplegar frente a dicha situación para sacarle provecho y conseguir las metas propuestas1.

-Estructuras colaborativas: El paso hacia estructuras colaborativas implica el énfasis en las interconexiones y sus dinámicas. Esto tiene que ver con mayor libertad y confianza por parte de cada trabajador al momento de tomar decisiones o afrontar una situación determinada. Implica ir más allá de la estructura vertical en donde las “órdenes superiores” terminan aisladas entre sí. Cada elemento de la organización es potenciador de cambio y es capaz de traducir la incertidumbre en nuevas reglas, como apuntaba Maturana (1997), «Solo si yo cambio cambia mi circunstancia, y mi circunstancia cambia solo si yo cambio».

-Potenciar la confianza y la eficacia colectiva: En situaciones que implican cierto riesgo o incertidumbre se tiende a maximizar el beneficio personal sin tener en cuenta las consecuencias negativas que este comportamiento puede producir para la colectividad, especialmente cuando un grupo ha de compartir un número limitado de recursos. El fomento de actuaciones sociales que favorezcan que los individuos confíen los unos en los otros resulta primordial para favorecer estrategias más cooperativas en situaciones de escasez de recursos y con ello, mayores beneficios. Individuos inmersos en grupos de cultura de cooperación y que manifiestan altos niveles de autoeficacia grupal percibida, utilizan estrategias de afrontamiento más cooperativas y por ende cuentan con mejores herramientas para afrontar situaciones de incertidumbre o exigentes. 

1En relación con esto, remitimos aquí a nuestro artículo "El principio del Jazz: ¿Por qué los buenos líderes celebran la incertidumbre?"


Con información de: "Dirección de empresas y complejidad" de Alfonso Vargas Sánchez en Viaje a la Complediad, Tomo 4; "Incertidumbre y orientación hacia los errores en tiempos de crisis. la importancia de generar confianza fomentando la eficacia colectiva" de Tabernero, Arenas, Cuadrado y Luque en Papeles del Psicólogo (Mayo-Agosto 2014).

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