El paralelismo entre la gestión de una organización
y el dirigir una sinfonía puede ser sorprendente: La orquesta sinfónica es una gran
empresa que consta de personas con una amplia variedad de habilidades. Estas
deben tocar en perfecta armonía sobre el escenario. El talento debe ser gestionado
y supervisado. Y la orquesta se inspira en las señales tanto obvias como
sutiles que transmite el director de la misma.
Si el trabajo a realizar es un uno
excesivamente familiar, como por ejemplo, ejecutar por centésima vez la Quinta
Sinfonía de Beethoven, los miembros de la orquesta son susceptibles de caer en
una sensación de rutina. Se convierte en el trabajo del director volver a
inspirar la pasión. Todo lo que él o ella hace, sirve para recordar a los integrantes
de la sinfonía el significado inherente de la obra, así como para darle vida en
cada una de las actuaciones que se ejecutan.
Sin embargo, algunos expertos de la alta dirección, en
particular, Max De Pree, han llegado a creer que el papel de un gerente de una
organización se podría comparar mejor a un líder de un grupo de jazz. Hay más improvisación. Hay incertidumbre. Hay sorpresa-
sorpresa que es acogida y aprovechada por los miembros del conjunto.
La creatividad y espontaneidad como rasgos heroicos
La improvisación es una de las cualidades humanas más
heroicas. La flexibilidad o la capacidad de desenvolverse con gracia en una
situación de presión es la clave de la improvisación, esto genera la
auto-confianza y el carisma que desprende el héroe- Albert Murray, The Hero and the Blues
Durante la ejecución de una sinfonía
perfectamente marcada, cualquier sorpresa puede o bien ser un fallo, o bien
generar uno. En el jazz, la sorpresa es serendipia.
Cada miembro es libre de jugar con la sorpresa, tanto para probar nuevas cosas
como para permitir que otros construyan en base a esta. Por supuesto, esto requiere
acomodar o encajar los fallos, o incluso el fracaso, en el proceso de
experimentación.
¿Cómo se ve esto en la práctica? El escritor Matthew
Carpenter-Arevalo relató una historia acerca del artista de jazz Chris
Washburne en el Foro Económico Mundial hace algunos años:
Un joven Herbie Hancock comenzó a
distinguirse como músico tocando el piano con Miles Davis. En su primer
espectáculo juntos, Hancock ejecutó un acorde tan feo que anticipó que
alteraría con este la ejecución del solo de trompeta de Davis. En su lugar,
Davis estaba tan en sintonía con su pianista, que fue capaz de complementar con
la nota perfecta y con ello salvar el acorde perdido y, por tanto, la
ejecución. Este caso mostró cómo a
partir de la misma fuerza de la sorpresa y el hecho de permitir naturalmente la
espontaneidad, se facilita la recuperación. Los errores en una banda de jazz,
por tanto, no son vistos como algo que contraría el éxito, sino más bien como
una parte inherente del mismo.
Se ha dicho que el sonido de la sorpresa
es el jazz- y si hay un gusto que sería bueno que nuestras organizaciones desarrollaran
es precisamente este. Sin embargo,
la casualidad y la improvisación no ocurren en un ambiente de total anarquía.
Hay una arquitectura de guía, lo que ofrece fortaleza y estructura capaz de
sostener y apoyar la experimentación, así como soportar el fracaso momentáneo.
Los diseños de algunas organizaciones siguen
los exigentes estándares de la música clásica. En el caso de Steve Job y Apple,
por ejemplo, el producto no se consideraba terminado hasta cumplir los
meticulosos estándares “Mozartianos” de su líder. Sin embargo, en muchas otras
organizaciones de hoy en día, un enfoque más “jazzístico” es invaluable, en
especial, en entornos de constantes cambios e inestabilidad.
Un enfoque como el del jazz, rompe las rígidas
limitaciones y fronteras en la exploración de diferentes caminos y alternativas
con los que puede contar una organización. En este contexto, tanto los líderes
como los seguidores son libres de experimentar y fracasar. Un beneficio
especial de esto, es que son capaces de sentir y experimentar de diferentes maneras
las alternativas o formas de llegar al lugar correcto. Un beneficio adicional
es que cada miembro del grupo de improvisación se desarrolla y aprovecha
creativamente de una forma que un enfoque o contexto más controlado no
permitiría.
Artículo escrito por Rob Asghar, traducido por Kreadis, Fuente original: Forbes- The Jazz Principle: Why Good Leaders Celebrate Uncertainty
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