El escenario actual caracterizado
por la continua innovación, el manejo de gran cantidad de información y las
particularidades de la situación económica, comprende un contexto de
incertidumbre que incide sobre el comportamiento organizacional reflejado por
los individuos, los equipos de trabajo y la propia organización. Es por ello
que el comprender y facilitar un estilo de afrontamiento adaptativo en este
contexto representa un reto interesante.
El estado de incertidumbre,
especialmente cuando es prolongado, puede afectar la motivación para alcanzar
una meta determinada. Sin embargo, como hemos apuntado en otros artículos, la
incertidumbre puede jugar como elemento catalizador de nuevas respuestas,
organizaciones y estrategias, cuando ésta es bien enfocada y gestionada.
La investigación ha demostrado
que hay diferentes aspectos que intervienen en la toma de decisiones y que ésta
no es tan racional como podría parecer en un principio. Diversas variables
cognitivas y afectivas tienen un papel importante en el proceso de toma de
decisiones, variables que se ven afectadas en entornos de alta –y continua-
incertidumbre-. En situaciones de crisis, este tipo de variables pueden llegar
a tener un peso mayor, afectando la decisión final, el estado de ánimo del
individuo durante el proceso de toma de decisiones y la percepción y evaluación
de los resultados obtenidos. Muchos elementos inconscientes encuentran su “vía
de escape” en situaciones de crisis, en donde se intensifican las reacciones
afectivas que moderan el procesamiento de la información.
Es por ello que queremos rescatar
algunos elementos que se deben considerar al momento de gestionar el clima de
incertidumbre, ya que son vitales en cuanto a la gestión personal y
organizacional en contextos como el actual, caracterizados por esta.
-Creencia sobre la propia capacidad como una competencia adquirible, que
puede desarrollarse con la experiencia. Mantener la creencia sobre la
propia capacidad, es necesario para conseguir buenos resultados ante situaciones
complejas e innovadoras, ya que conlleva un afrontamiento de los errores como feedback evaluativo de las capacidades
innatas propias. Ante situaciones complejas, aquellos individuos que sostienen
creencias hacia la adquisición y trabajan en contextos de adquisición
desarrollan mejores mecanismos autorreguladores (autoeficacia, metas, estados
afectivos…), estrategias analíticas y rendimiento.
-La cultura de error personal y organizacional: mientras algunas
personas, equipos y organizaciones mantienen una orientación a la evitación del
error ante el riesgo de equivocarse o perder, otras orientan sus metas a
afrontar los retos y adversidades que los nuevos contextos deparan. Es en este
segundo enfoque en donde se traduce el contexto de incertidumbre en una
herramienta, más allá de una dificultad. La orientación de las metas actúa como
un marco mental ante el cual las personas interpretan y responden a las nuevas
situaciones que posibilitan tanto logros como fracasos. El estado afectivo y la
orientación positiva hacia los errores han demostrado ser claves para el
desarrollo tanto a nivel personal como organizacional, garantizando un mejor
desempeño a largo plazo y fomentando la capacidad de ajuste del individuo o la
organización ante situaciones cambiantes o de incertidumbre.
-Comprensión de la incertidumbre: comprender la incertidumbre
implica asumir una racionalidad distinta a la que apunta hacia el control de
los fenómenos que ocurren. Los fenómenos complejos –como aquellos que se dan
dentro de una organización- son difícilmente controlables, y la comprensión de
esto implica que la acción debe orientarse hacia cómo aprovechar la complejidad.
Muchas veces el intento de control de una situación determinada, bloquea las
posibles respuestas adaptativas que podemos desplegar frente a dicha situación
para sacarle provecho y conseguir las metas propuestas1.
-Estructuras colaborativas: El paso hacia estructuras colaborativas
implica el énfasis en las interconexiones y sus dinámicas. Esto tiene que ver
con mayor libertad y confianza por parte de cada trabajador al momento de tomar
decisiones o afrontar una situación determinada. Implica ir más allá de la
estructura vertical en donde las “órdenes superiores” terminan aisladas entre
sí. Cada elemento de la organización es potenciador de cambio y es capaz de
traducir la incertidumbre en nuevas reglas, como apuntaba Maturana (1997), «Solo
si yo cambio cambia mi circunstancia, y mi circunstancia cambia solo si yo
cambio».
-Potenciar la confianza y la eficacia colectiva: En situaciones que
implican cierto riesgo o incertidumbre se tiende a maximizar el beneficio
personal sin tener en cuenta las consecuencias negativas que este
comportamiento puede producir para la colectividad, especialmente cuando un
grupo ha de compartir un número limitado de recursos. El fomento de actuaciones
sociales que favorezcan que los individuos confíen los unos en los otros
resulta primordial para favorecer estrategias más cooperativas en situaciones
de escasez de recursos y con ello, mayores beneficios. Individuos inmersos en
grupos de cultura de cooperación y que manifiestan altos niveles de
autoeficacia grupal percibida, utilizan estrategias de afrontamiento más
cooperativas y por ende cuentan con mejores herramientas para afrontar
situaciones de incertidumbre o exigentes.
1En relación con esto, remitimos
aquí a nuestro artículo "El principio del Jazz: ¿Por qué los buenos líderes celebran la incertidumbre?"
Con información de: "Dirección de empresas y
complejidad" de Alfonso Vargas Sánchez en Viaje a la Complediad, Tomo 4; "Incertidumbre y orientación hacia
los errores en tiempos de crisis. la importancia de generar confianza
fomentando la eficacia colectiva" de Tabernero, Arenas, Cuadrado y Luque en
Papeles del Psicólogo (Mayo-Agosto 2014).
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