![]() |
A lo largo de su trayectoria, el pensamiento simple, tradicional,
se ha caracterizado por parcelar, dividir y dar por terminado el conocimiento
al término de un proceso. Esta forma de proceder ha organizado el mundo en
procesos limitados, que no dan cuenta de un universo en constante movimiento y
con formas de organización que se actualizan permanentemente. Sus dicotomías
ideologizan el terreno de las ciencias a través de la especialización y la
hiperespecialización.
Del mismo modo ocurre en las organizaciones, a modo de
‘pequeña estructura social’, en donde se replican los mismos procesos
evolutivos y de desarrollo que las estructuras sociales en las que se
encuentran inmersas.
Es por ello que creemos conveniente ahondar en la
noción de complejidad como parte del paradigma actual del pensamiento y poder
así encontrar mejores formas de gestión dentro de las organizaciones. En
concreto, abordaremos el tema de la
gestión de los trabajadores y cómo se maneja el contrato psicológico como factor inherente a la complejidad actual
de las organizaciones.
El clásico modelo empresarial
que parecía proponer recetas para el éxito basadas en varios factores (organización
y gestión jerárquica, linealidad en producción y consumo, evaluación del rendimiento
según la eficiencia) está demostrando su poca capacidad de ajuste frente a la
realidad actual, y por tanto, su poca utilidad.
Esta falta de
adaptación a la actualidad puede deberse a varios elementos:
- Que las organizaciones y la solución a sus problemas no se reducen a meros factores, por muy relevantes que puedan ser.
- Que los factores que integran las dinámicas y los procesos en la empresa no están aislados.
- Que las diferentes formas en las que estos interactúan entre sí, el medio en el que se integran y las condiciones del momento, producen organizaciones con “personalidades” diferentes, lo que hace imposible una solución única a los problemas de la empresa o una vía inequívoca hacia el éxito.
Las organizaciones
tienen un número infinito de caras, además de estar influidas por el ángulo según
el cual las miramos. Debido a esto, no es posible que la organización se
simplifique a tal punto que responda y sea explicada a través de un modelo
reduccionista, dado que se trata de una unidad compleja, global, organizada por
interrelaciones entre elementos, procesos y/o individuos, que está en constante
interacción con aquello que la rodea.
Entendiendo esto,
podremos vislumbrar el altísimo grado de complejidad que existe en una
organización y cómo éste no puede limitarse al análisis de acciones
segmentadas. La observación y acción organizacional ha de ser holística, pero
al mismo tiempo, hay que dar espacio para la observación y acción individual.
Este es el verdadero desafío de las gestiones organizacionales actuales, el
gestionar todo sin olvidar cada parte y sus múltiples interacciones.
E. Morín comenta
que, aunque aún no estemos equipados para el cambio fundamental de un paradigma
de simplicidad -fácil de entender y gestionar, pero inadecuado- a uno de
complejidad -difícil de comprender y gestionar, pero esencial-, no podemos
seguir ignorando la compleja naturaleza de las organizaciones porque cada vez
surgen formas más complejas de estructura organizacional y "la realidad no
nos espera".
Dos de los factores
inherentes a la complejidad de las organizaciones son, por un lado, la forma en
la que se gestiona el contrato
psicológico, y por otro, la gestión de los trabajadores.

Durante la última
década se está comprobando una tendencia hacia un aumento de la externalización
de los servicios, incluida la contratación de las personas, y el incremento de
la contratación de trabajadores temporales a través de agencias ETT, lo que
influye tanto en el contrato psicológico, como en la gestión de los
trabajadores.
La virtualización
humana de las empresas se caracteriza por la inexistencia o la reducción de
trabajadores pertenecientes a la estructura de las organizaciones y se recurre,
cada vez más, a contratar trabajadores temporales. En muchos de los casos,
estos trabajadores no comparten el mismo espacio físico que el resto de
trabajadores de la organización. El teletrabajo, o trabajo desde casa, es otro
de los fenómenos que están utilizando las empresas como elemento para la
facilitación de la conciliación laboral de algunos de sus trabajadores.
Estas variantes en
los modelos y contrataciones crean desafíos sin precedentes tanto para la
gestión del contrato psicológico como para la de la complejidad organizacional.
Según Rousseau
(2000), existen cuatro categorías de contrato psicológico:
- Relacional: Por parte de la empresa, implica promesas relativas a la preocupación con los objetivos de los trabajadores, con su bienestar y con la seguridad y estabilidad del empleo, y por parte del trabajador implica lealtad y un esfuerzo adicional para que la organización consiga sus objetivos.
- Equilibrada: Por parte de la organización implica promesas de que se apostará por su desarrollo, se procurarán dar al trabajador nuevas oportunidades de empleo dentro y fuera de la organización y se asegurará de que tenga objetivos de rendimiento cada vez más desafiantes, y por parte del trabajador apostará por su propio desarrollo y aceptará nuevas exigencias de rendimiento.
- Transaccional: Por parte de la organización implica promesas de un empleo con tareas, responsabilidades y recompensas bien establecidas y por un tiempo determinado, y por parte del trabajador una participación limitada, asegurando la realización de las tareas establecidas en el contrato.
- Transicional: Refleja una interrupción o ausencia de acuerdo acerca de la participación de ambas partes en la relación y, consecuentemente, no existen las promesas mutuas, siendo por este motivo la categoría que no se incluye en los estudios.
![]() |
Foto: Bernardo Pérez |
Esto puede deberse
a varios motivos, entre los más importantes:
- Lo ambiguo de las promesas, sujetas a la interpretación a través de un proceso subjetivo.
- Una comunicación insuficiente, sin oportunidad para compartir suposiciones, ni de ajustar la relación según van surgiendo las dudas a lo largo del tiempo.
Varias estrategias
se pueden adoptar para minimizar y saber gestionar la incongruencia:
- Desarrollar coherencia entre las múltiples fuentes de información - responsables del contrato, manuales de acogida, jefes, colegas, sistema de prácticas de gestión de recursos humanos-, en base a las cuales los trabajadores desarrollen sus interpretaciones.
- Asegurarse de que las fuentes sean consistentes en sus mensajes,
- Compromiso a establecer una buena comunicación entre los agentes organizacionales y el trabajador, para acodar sus obligaciones mutuas.
- Realización de una evaluación de eventuales malentendidos.
- Identificación de cambios que pudieran haberse producido en relación a sus promesas.
- Identificación de acciones de mejora basadas en la evaluación realizada.
- El aprovechamiento de los puntos de encuentro, tales como la entrevista inicial, la reunión anual de evaluación de rendimiento y las reuniones periódicas, los cuales son momentos idóneos para establecer metas, procedimientos y visiones organizacionales comunes.
Foto: Jorge González |
Las características
laborales, en relación con el nuevo modelo de contratación temporal, y
externalización de servicios, han sufrido grandes cambios en los últimos años,
modificando considerablemente las relaciones entre las personas y las empresas
para las que trabajan. Es fácil caer en el error de no considerar este tipo de
colaboradores como parte de la "familia" empresarial, lo cual inevitablemente
acarreará poca implicación y sentido de pertenencia de los mismos con respecto
a la organización.
Bien es cierto que,
en periodos de poca exigencia, los gastos de personal fijo que supone para las
empresas es elevado, por lo que la supervivencia de las mismas se suele basar
en la reducción del número de empleados de manera permanente. De esta forma, en
épocas de mayor exigencia, se aumenta el número de trabajadores por medio de la
contratación de mano de obra mediante ETT's o a través de contratos temporales.
- A diferencia de los empleados tradicionales, este tipo de trabajadores "temporales":
- No esperan mantener su situación de empleo,
- Conocen la limitación en tiempo que representa su contratación,
- Suelen estar contratados por empresas distintas a las que prestan sus servicios y, en muchos de los casos, no desempeñan sus funciones en las instalaciones del cliente,
- No saben cuánto tiempo podrán continuar en la empresa (si habrá renovación de contrato o no),
- En muchos casos desconocen si la agencia les podrá proporcionar otro trabajo cuando el cliente actual ya no requiera de sus servicios,
- Existe una mayor inseguridad en cuanto a su situación laboral,
- No suelen esperar ascensos,
- Reciben menos beneficios que los trabajadores contratados directamente por la empresa.
Todas estas
condiciones modifican de manera importante aspectos de la realidad del empleo,
planteando a las organizaciones desafíos en la gestión de estos trabajadores
que obligan a reflexionar sobre la validez de las estrategias que hasta ahora
se venían utilizando.
Surgen múltiples
reflexiones en esta línea: ¿Los beneficios a corto plazo contrarrestan los
riesgos a largo plazo que este sistema puede provocar?, ¿Se está
teniendo en cuenta el impacto que las variantes en cuanto a contratación tienen
sobre las relaciones? ¿Cómo influyen dichos cambios en el contrato psicológico
y qué estrategias se pueden poner en práctica para que dicha influencia -negativa-
se minimice?
Para dar respuesta
a algunas de estas cuestiones, existen algunas claves que permiten mejorar la
integración de este tipo de personal en la cultura, compromiso y sentido de
pertenencia de la organización y es posible evitar que el personal temporal
desarrolle un contrato psicológico menos ventajoso para ellos mismos y para las
organizaciones para las que trabajan.

Es necesario proporcionar
a los trabajadores oportunidades para desarrollar sus competencias y mejorar su
empleabilidad. La capacidad de movilidad (interna o externa) de estos
trabajadores no depende sólo de sus conocimientos y habilidades, sino además de
las oportunidades que le brinda cada puesto de trabajo para desarrollar
capacidades nuevas, creativas y más amplias, lo que habla asimismo de la
competitividad de la propia empresa. Asimismo, la formación de los trabajadores
permite que estos puedan percibir que su organización está cumpliendo con el contrato
psicológico y promueve relaciones y respuestas positivas.
Como apuntábamos en
nuestras primeras líneas, consideramos a las organizaciones sistemas complejos
por diversas razones:
- No encajan en modelos reduccionistas, al tratarse de entidades globales organizadas por interrelaciones entre elementos, procesos e individuos, que están en constante interacción con aquello que les rodea (Chambel y Curral, 2008).
- Son sistemas abiertos que no se limitan a ser suma de elementos, procesos e individuos, ni la interacción indiferente de cada una de sus partes (como decía Aristóteles), aunque posean un objetivo común.
- Sus múltiples y dinámicas interrelaciones no se gestionan de manera lineal.
- Su objetivo de acción trasciende a la propia organización, y su autorregulación depende en gran medida de las interacciones que los elementos del sistema establecen con su entorno externo.
De
esta forma, consideramos muy importante tener en cuenta el concepto de
complejidad en la forma en la que se gestionan los recursos de la empresa bajo
las nuevas demandas sociales.
Fuente:
- Creciente complejidad en las organizaciones - Vítor Vieira y Mª José Chambel - La complejidad de los social. La trama de la vida - Nivel de integración social.
- Lo social en las ciencias de la complejidad: la aportación de Edgar Morin - La complejidad de los social. La trama de la vida - Nivel de integración social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por tu comentario. Un cordial saludo. El equipo de Kreadis